martes, 20 de mayo de 2008

Confesión Frente al Hombre


Estoy en algún lugar que ya conozco. Lo he andado ya. Sé que si me detengo puedo perderme en ese maldito juego que da vueltas sin cesar y ahora me estrangula antes de que huya con un grito en la garganta.

Ya no es ni verso ni poesía, solo memorias tan absurdas como estas palabras, que ya no saben que decir y solo se conforman con llenar páginas sin sentido. Sí caen, será porque mis manos derramaron la tinta a la nada; si respiran, será porque andan extasiadas con el latido de un corazón muerto y sepultado más allá del atardecer; y si se manchan de mí, será razón suficiente para acabar con la sangre del que anda de vuelta por este lugar.

¡Asco! No hay nada más ahora, ni inspiración ni dolor, ni sombra ni luz, nada a lo que me pueda aferrar antes de ser de carne otra vez, no encuentro ni a la soledad que alguna vez supo hablar con mis locuras. No encuentro ya ni siquiera a mi vacío circundante. Solo queda esa forma, la más humana y egoísta, la que me ultraja y luego me deja tendido bajo la tierra... Sin vida y sin sentido alguno.

Son pocas las lineas, lo sé, pero tiembla el alma y el aire se hace escaso, la luna me golpea la cara y el solo me acuchilla la piel. Es el delirio de un hombre que decidió dejar de serlo, para alejarse del presente y del pasado, y sentarse al fin sobre el mar universal que le susurra a la vida las verdades en su eternidad. Ah... Si supiera la forma de saberme libre de mí, si pudiera estar seguro de que no volveré a quedarme solo frente a mi humanidad y que habrá de existir esa forma tan exacta y oportuna para salvarme de mis manos... Si los deseos fuesen otra cosa, si la materia pudiera ser consciente de sí, para poder conversar al extremo de la mesa y suplicar perdón cuando las letras caigan sobre mi cabeza. Pero todo no eso vuelve a ser lo que no es y yo vuelvo a caer donde no se ve ni se siente, donde nadie sabe ni se entera, y ni sabrá, y ni se enterará. Todo sigue siendo todo y nada sigue siendo mi todo, en el universo más descabellado.

(Vuelve el miedo y siento que el hombre se ha detenido a mi lado... Pero no habla, solo me mira fijamente hasta que mis ojos se deslicen sobre su rostro desfigurado y pueda él tomarme otra vez... Tengo miedo, porque sabe de mis más profundos miedos, sabe que le confío mi locura al viento y que alguien sabrá de mis delirios en algún lugar de la eternidad que le susurró el mar a la vida... Tengo miedo, y no se va ni se esconde como tantas veces lo ha hecho, sigue ahí, de pie junto a mí, mirando fijamente y deteniendo mi huida... Espera... Ya se va... Ya se fue.)


Esta es la más larga de las confesiones. Y aunque esté el día asomado entre las cortinas yo debo huir de este lado, de este claustro auto-inventado y poder llegar a la noche que me anda buscado sin descanso y a la soledad que dejé morir antes de ser consciente de ella. Dejo estas confesiones sin dejar de temer, por que el hombre vuelve y ahora habla..

—Serás la miseria y el desaire una vez más, y sucumbirás ante la sangre que brota de tus palabras—

—¡No! La negación juzga cada razón y la hace verdad ante aquella sangre derramada...—