miércoles, 24 de abril de 2013

¿Recuerdas?

Recuerdas la primera vez que nos quedamos en la calle abrazándonos para aliviar el frío de la madrugada y vimos el amanecer mientras reíamos por nuestra gran hazaña adolescente? O cuando despertamos por primera vez juntos? O cuando lloramos hasta bañarnos en lágrimas al saber que el tiempo se nos acabaría?

Todo el tiempo presiona mi voz, la hace temblar y el recuerdo taciturno de nuestras noches a la luz de un faro frente a tu puerta me detiene en ti. Todos los recuerdos vuelven a ser independientes y hoy eligen obligarme a pensarte y respirar todo lo que alguna vez sentí.

Es tan inadecuada la escritura, las ideas, los puntos y las comas, toda esta maraña de pensamientos que no puedo controlar, pero controlan estas manos que no saben ya para qué están atadas a mí. Sigue siendo de noche y no puedo detenerlas. En un vacío, en la Rue de la Huchette, en mi cuarto de habitación, bajo tu luna de papel, en la oscuridad de nuestra cálida compañía o en nuestra actual ausencia, no tiene sentido encontrar un lugar si al final termino existiendo en todos los recuerdos en los que he decidido que existas.

Estas palabras pueden nunca terminar, porque la historia sabe a un final inacabable. No te asesino porque se que prefiero cortarme la vida antes. Buscando esa extraña forma de querer que sabe a tabaco y letras en otros labios. Y quiero volver a amarte, para no volver a dejar de hacerlo. Olvidar el tiempo y ser quienes quisimos pero no logramos ser. Morir en esa melancolía que supimos poetizar y al mismo tiempo maldecir hasta que nos quedamos sin voz y fuerzas para odiar.

No quiero acabar estas líneas, no quiero dejar de detenerme es este movimiento de idas y venidas entre este sueño y la realidad onírica. Pero termino por empezar a acabarme hasta fundirme con el pasado que sabe a presente.

Y termino abruptamente porque ya no se estremecerme con el adiós. Solo he aprendido a no dejarlo ir.