lunes, 30 de marzo de 2009

El deber de un final.

Debo acabar con el día a media noche. Debo de una vez y por todas, deshacerme de lo que quede de mis partes menos atrevidas a la luz, esas que de vez en cuando buscaban grietas y esculpían rostros desfigurados. De imitaciones y usurpaciones escritas a mano, de frases que buscaban ese sin-sentido para el fin de sus antiespacios.

No sé cuanto quede de mí. Supongo que gran parte de esta pérdida planeada sugiere cambios de planes, de rostro y de piel, de movimientos y la pérdida de la inmovilidad. Es una búsqueda constante de razones por las que el hombre entiende que lo es y que su razonamiento arriesga a arrojarlo fuera de la cama.

Las ideas fluyen y las formas pierden ese olor a lenguajes inalcanzables, olores que devienen en un vómito sobre el papel. Ya no más ciluetas, solo se buscan tactos a ojos cerrados, como confiando en las manos que se canzaron de gritar, y ahora ciegas, acarician un rostro que supo encajar entre mis dedos.

Terminan los gritos, las risas y los abrazos asfixiantes. Terminan las sangres y se inclinan los labios sobre un silencio que sabe a discurso del sin-género (literario por supuesto). Termina, pero un deseo existe sin desear, pero a la mirada plasma su verdad...

Buena Noche...

domingo, 29 de marzo de 2009

Un fin para un inicio

Ha pasado tanto tiempo, saber de Febreros que no terminaron en 29 porque una duda amenazó con quebrar mi lápiz, porque tuve miedo una vez más de ser parte del tiempo que me arrastra ahora. Ja! temerle al tiempo que siempre sabe escurrirse por las grietas, siempre sabe arrastrarme con él... 28,29... Maldita sea!!!! 30! 30! 30! Incansable, inalcanzable a veces y ahora incrustado en mi maldita piel. No encontrar y luego tropezar con él (él = no tengo la menor idea), verlo, saberlo dentro, atraparlo si se aleja, arrancarlo si se hunde, en algún lugar, sin importar más que saber que ya se tropezó y es inevitable el encuentro.

El horror o la calma de mi respiración, el paso por las calles siempre perdidas, o yo perdido en ellas, necesariamente perdido, escapando de las imágenes repetidas, de la monotonía del paso, de las mismas lecturas y las misma direcciones sin sentido alguno. "How to Disappear Completely" y el espacio siempre vacío. Es como buscar el aire más contaminado, pero en ausencia de quien lo contamina. Era de tarde, de noche, de mañana hace una semana, pero era el paso a la pérdida, a la emoción que escribe con lápiz y de vez en cuando grita con mis manos. Me usa, abusa, "me ultraja" de la forma más deliciosa que he podido experimentar, pero todo no es más que una eyaculación precoz, una verborrea que solo sabe decir que todo está mal, que la muerte es certera, que el llanto es lenguaje, que la vida es mierda y Cortázar preguntándose ¿por qué? Si todo va encaminado, si todo es parte de un orden, merece estallar.

Había una imagen, un escrito en rojo, una etiqueta que inició nada menos que nada, se acabó, se acobardó de ser lo que acompañaba. Vistas, miradas, alguien habla, observa, opina, levanta una mano, señala y todo a la nada de donde salió.

No sé si a este espacio habré de crearle un tiempo, a pesar de que lo requiera, no podría marcarlo con la banalidad más vacía como son las fechas, las horas, los mundos que se escriben y se deshacen porque saben leer.

Ya las estrofas van cortas, eso quiere decir que me voy acabando, que me voy secando a la hora del fin, el acercamiento al término. Supongo que no habrán más ideas, o es que no quiero mezclar las ideas, pues esto no es más que una mezcla de 19,20 y 21 antes de 22, antes de el asesinato.

Luego llegarán las ideas y sabré por fin que fue lo que no escribía hora. Lo peor es que me arrepentiré de saberme intimidado por esta pantalla y estas teclas que saben mentir a quien de lápiz se había alimentado. Puedo decir Buena Noche, o Buen Insomnio, sin saber si realmente voy crear un lecho para "< 22", pero bueno, no habrá más que decir: "Paf! se acabó.